lunes, 30 de noviembre de 2009

El Círculo

Cuando yo era niño, en Prusia, había un juego en la escuela que superaba en diversión y emoción a todos los demás. Lo llamábamos el Círculo. Para ser sincero, yo nunca jugué, pero lo vi jugar. Y disfruté como si jugara.
El Círculo se jugaba durante el recreo, entre clases, podía reunir a grandes grupos de participantes o resolverse entre tres o cuatro personas. Pero siempre había expectadores que miraban con admiración. Se jugaba en el círculo central del campo de fútbol, en él se desarrollaba la mayor parte de la acción del juego, que sobra decir era un juego atlético, que no distaba demasiado de los alardes bélicos de la antigüedad o el medievo, salvo en la edad de los participantes. Todos podían jugar un Círculo, pero la participación suponía la automática conformidad con las reglas del juego y con las consecuencias que pudiera tener. Y nunca vi a nadie quejarse, excepto los que lloraban o pedían clemencia, pero por el dolor, no por el desacuerdo con el desarrollo de la acción.
El modo de jugar era sencillo. El espacio en el interior del área central del campo era un locus con un estatus jurídico especial, donde estaba permitido pegar patadas. El que entraba en el Círculo quería pegar patadas a otros, pero sólo podía pegárselas a aquéllos que como él entrasen, por tanto, se exponía al mismo tiempo a recibir patadas. Únicamente dos reglas "civilizaban" la acción, y como veremos, contribuían unicamente a embrutecer más el juego. La primera era que, para poder salir del Círculo y dejar de ser el objetivo de los punterones, había que pisar el centro del área, marcada con un punto blanco. Eso regulaba la posibilidad de que un listo se quedase al borde de la línea pegando patadas y saliedo continuamente. La segunda regla es una matización a la primera: si entrabas en el círculo y salías sin pisar el centro, todo el mundo podía pegarte patadas hasta que entreses de nuevo y tocases el centro. Si en el proceso te caías al suelo, eras hombre muerto, pues, indefenso, los chacales de poca monta que no se habían atrevido a patear dentro del círculo, acudían como buitres a la carroña para descargar su frustración sobre el moribundo. Sólo la intervención de algún maestro, de aquellos que cuidaban el patio, podía salvarte del linchamiento.
Todos hemos visto muchas pelis americanas que representan combates de boxeo, luchas en la arena, peleas varias, y tumultos sudorosos. Nada que ver. El Círculo no se veía, se vivía. Era una experiencia aparte de la realidad. Cuando uno caía pateado se producía la algarabía de patadas, empujones, carcajadas, gritos de dolor y risas que creaban un ambiente único, irrepetibe, añorable. Era un juego de salvajes, que sin duda los pedagogos de hoy condenarían echándose las manos a la cabeza, y sin embargo, era tan, tan divertido. Y eras niño, por tanto, no tenías responsabilidad penal y podías patear sin remordimientos.
Pero había Círculos y Círculos. Porque no todos los alumnos eran iguales, por supuesto que no. Había rangos, y en el Círculo afloraban. Cuando los amos del patio llegaban, se hacía el silencio, y en un Círculo reducido de tres a cinco personas se resolvía el reparto de jerarquías en el colegio. Era como si los ciervos en celo se enfrentasen por la preponderancia y las hembras, pero con personas, niños, que al fin y al cabo son animales sociales, como los lobos. Aquellos Círculos eran como duelos en el oeste. Había miradas, sudor resbalando por la frente, tensión, y al final, patadas. No solía haber vencedores claros, pero participando con los "grandes" se mantenía el estatus de "grande". A veces, no pocas, pobres ingenuos querían ascender al club de los "grandes" y entraban no muy convencidos de sus posibilidades en el Círculo, desafiando a los antiguos señores del corral. Normalmente, perdían sus expectativas muy rápido, siendo objeto de las patadas de todos los grandes, que encontraban en el acto de patear a un incauto un ejercicio sano y agradable. A veces, presas del pánico, huían al ver aproximarse a un grande, pie en alto hacia ellos, y corrían fuera del Círculo sin pisar el centro. Sellaban así un destino fatal del que darían cuenta los chacales, que merodeaban siempre expectantes para dar una patada entre una multitud que se avalanzaba. Aquella multitud que se arremolinaba siempre en torno al área central del campo, ansiosa por ver un Círculo legendario, de los que no se olvidan. Yo vi varios. Y vi profesores que, al intuir lo trascendente y elevado del juego, y de su brutalidad, se giraron ignorando el dolor de los derribados y dieron la espalda a la violenta vorágine, como si no lo vieran. Sabían que aquéllo era asi y que no podrían cambiarlo, y lo asumían. El Círculo era sagrado.
Eso era, pues, echar un Círculo. Los niños de hoy en mi pueblo, Prusia, ya no juegan al Círculo. Es una tradición olvidada, perdida, que quedó en el pasado y flota en el mundo de las ideas entre lamentos de dolor, risas crueles y sobre todo, entre el zumbido de mil patadas. Asi es la vida, Sic transit gloria mundi, decía algún romano, y qué verdad es, y qué poco hicísteis los romanos por mi Prusia natal. La dejásteis en plena edad de Piedra. La edad de las patadas.
Bueno, me quedo feliz, al menos, de dar fe de aquél juego en esta humilde página, para que se recuerde en los venideros tiempos, entre sonrisas nostálgicas y deseos de soltar una patada.

Ayyyy... aquellos días azules y aquél sol de la infancia...

2 comentarios:

  1. Aupa, soy Armando

    en mi país, bueno, en mi Imperio... Austria-Hungria, jugabamos a algo parecido, le llamábamos INDETODO y el círculo mortal al que haces referencia se convertía en nuestro Imperio en un pasillo por el que el incauto de turno debía pasar reciviendo una cantidad de bofetadas collejas y peladillas inauditas.
    El cenit tenía lugar cuando el encargado de cruzar el pasillo lo hacía de manera inadecuada, no decía INDETODO o no daba el primer paso donde se debía o incluso las dos cosas. En ese momento se ejecutaba el puente...

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  2. Sí, sí Armando, lee la entrada que he escrito titulada Jugar a Pez, creo que podría ser una versión distinta de ese emocionante juego. Es un juego muy extendido pero suele aparecer con diferentes nombres dependiendo de la zona.
    Y gracias por el comentario!

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